El botón
Iluminar el interior de nuestras viviendas, encender el aire acondicionado, poner en marcha el motor del automóvil, iniciar un sistema operativo, subir varios pisos en un ascensor o pulsar una marcación rápida de nuestro móvil que nos comunicará con alguien que se encuentra a miles de kilómetros de distancia, son algunas de las muchas cosas que podemos hacer apretando un botón. Y también lanzar un misil balístico intercontinental con una docena de cabezas nucleares.
El botón es el símbolo del poder en las civilizaciones tecnológicas.
El botón es el poder, pero también es la ignorancia. Y es ignorancia porque esa es precisamente una de las finalidades del botón. Lo único que necesitas saber es lo que sucederá cuando aprietes el botón. Nada más. No necesitas conocer absolutamente nada de la cadena de sucesos que se esconden detrás de la simplicidad del botón. En algunos casos, la cadena de sucesos puede ser muy simple, como en el interruptor de la luz. En cambio, en otros, puede ser de una extraordinaria complejidad, como el botón que inicia el lanzamiento de una nave espacial.
El botón es un dispositivo práctico. Lo que le decimos al botón es "Yo no quiero saber nada. Sólo quiero que funcione". Por no necesitar, ni siquiera requiere de un esfuerzo físico destacable (hay que estar realmente muy mal para no tener la fuerza necesaria para apretar un botón).
En la mayoría de los dispositivos tecnológicos, el último paso de la construcción, es la configuración del botón.
La creación del botón puede haber supuesto siglos de conocimiento acumulados en la memoria colectiva, pero para ejecutar todo ese conocimiento lo único que necesito saber es hacer es apretar un botón.
El poder que encierra el botón puede llegar a ser tan enorme, que todos los grupos culturales necesitan establecer mecanismos reguladores que controlen el acceso a ciertos botones. Un empeño que no siempre resulta exitoso.
El botón es la punta de un iceberg, del iceberg de los algoritmos.
Construir el mundo. ARPA, pags. 294-95.
- 1 taza Para todos los públicos.
- 2 tazas A caballo entre el final del bachillerato y el principio decarrera.
- 3 tazas Para matemáticos adictos a la cafeína.